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lunes, 24 de octubre de 2022

rt--Viajando en el tiempo--ic


Sería ridículo viajar en el tiempo y ver esto, cuando en el presente es táctil. Solo he tenido que caminar silenciosa y solitariamente unos minutos, cuando cae a ratos una fina lluvia que no le gusta a nadie más que a mí.

No hay nada cuántico en ello, no hay fantasía galáctica. Basta pensarlo, basta sentirlo sin dejar a nadie pudriéndose de vejez en La Tierra.

Hay muchos muertos que han visto lo mismo que yo, no es inusual.

Solo es algo accidental, un pensamiento de pasada, ser consciente de que es un jalón del pasado en un bonito momento, con la bruma del silencio y la soledad suavizando la muerte.

Lo embarazoso es pensarlo sin tapujos: soy un cadáver en ciernes.

Es una melancólica realidad que establo y campo no viajan en el tiempo, se han quedado estancados en el pasado. Tal vez, si pudieran, sonreirían pensando al verme: “Otro que va a la tumba”.

Sé muy bien que voy con paso firme hacia la podredumbre y se pueden meter su sarcasmo y vanidad por el culo si lo tuvieran.

La piel de mis manos está más cuarteada que el muro de piedra. Y me gusta.

Yo también tengo mi orgullo, mi orgullo atávico como yo. Tanto que, me pregunto si es mi último otoño, sin melancolía, sin tristeza; solo es un pensamiento casual, una curiosidad.

El final del camino es oscuro como el ataúd cerrado y voy hacia él.

Sin remilgos.

La vida no ha sido como para tirar cohetes con efecto final de palmeras doradas y trueno. No me ha gustado, estoy seguro de que las hay mejores en otros tiempos y lugares, en otros mundos como los de mis sueños.

Alguien podría decir que soy un amargado. Bien, nada es perfecto.

Algo pasó conmigo que no nací bien.

Me largo, bye.




Iconoclasta

Foto de Iconoclasta.

jueves, 1 de julio de 2021

Murf, un guapo profesional


Tiene su vanidad, le gusta mucho la canción The Lion Sleeps Tonight (Wimoweh), aunque no me lo creo. La verdad es que me gusta más a mí.

A él le encanta observar los pájaros que le gustaría cazar y decapitar juguetonamente.

No es un vulgar león. Es un tanto vanidoso y el muy felino tiene razón para serlo.

Y no le gusta que le molesten cuando duerme.

Pinche Murf…

También me hace notar que yo no soy más que él.

Y estoy de acuerdo, muy de acuerdo.




Iconoclasta

jueves, 27 de mayo de 2021

Color versus grises


La fotografía en blanco y negro es una bella metafísica de la mediocridad. Una gama de grisentería que hace de los colores más apagados un misterio y a los más radiantes roba su protagonismo y vanidad.

Tal vez el blanco y negro, además de su facilidad para revelar por cualquier aficionado en los  tiempos anteriores a la foto digital; tiene su encanto en que es una visión extraña del mundo, más simple; pero hace de las texturas las grandes actrices estelares. Lo viejo se hace atávico y a falta de color, más digno al convertir lo decrépito en antigüedad. El pelaje más intenso, más espeso, o más ralo si así se da el caso. Las plantas ostentan con orgullo de músculo las venas de clorofila en sus hojas y la cicatriz heroica de algún hongo.

El blanco y negro se centra en la intimidad. El color en la espectacularidad y la realidad sin piedad: es nuestra visión diaria.

Desafortunadamente (afortunadamente para nuestra supervivencia) no podemos ver en escala de grises.

El color crea polémica, una batalla de tonos que el cerebro humano debe descifrar debidamente. Lo gris relaja con su uniformidad y los simples claroscuros.

Ambas técnicas son la metáfora de la sociedad y su riqueza y miseria: puesto que no hay suficiente riqueza (color) para todos, es mejor repartir la pobreza (lo gris) dulcificándola con un poco de romanticismo. No puede hacer daño.

Es una mirada cínica al apasionante mundo de la fotografía, desmitifica los grises y le otorga su crudeza al color. Las cosas como son, por mucho que nos apasione el blanco y negro, es demasiada simplificación; como para perder el rumbo.

Las razones para elegir entre el color y la gris monocromía, cuadran con la humana esencia que ha formado una sociedad banal e infantilizada que solo satisface a los lelos: realidad o cuento.

Y me gusta la grisentería en la fotografía, me lleva a evadirme. Siempre digo que demasiado color me da dolor de cabeza. Bien, cuando fotografías y obtienes lo que has visto simplificado a una gama de grises, puedes pensar que has visitado un lugar extraño para variar. Todos quedamos perfectos en blanco y negro cuando no hay un color que pueda salir marchito.

Técnicamente la dificultad radica en el color, la idónea temperatura de la luz, el contraste mayor o menor de tonalidades, la sombras son más duras e insalvables, requiere más precisión y ser muy selectivo con lo que se pretende destacar.

Si dominas el color, dominas la técnica fotográfica.

El blanco y negro, requiere más la elección del sujeto: que sea interesante. Porque a la mediocridad de lo gris, no puedes añadir algo más gris todavía.

Es más relajante y da un respiro de tanta realidad pura y dura. Una pacífica y amable grisentería para todos los públicos.

El color no perdona y la sangre es sangre, como la carne abierta y la carne en descomposición, como las escleróticas vidriadas en rojo. O las uñas blanco amarillento de aferrarse con fuerza a un clavo ardiendo para salvarnos del hastío y se nos escapa de los dedos.

Todo puede tener su encanto y su canibalismo.





Iconoclasta

Foto de Iconoclasta.

domingo, 3 de julio de 2016

Grises y pardos


Existimos cosas y seres que somos de lluvia, por alguna razón el gris nos sienta bien, nos vemos bien en lo oscuro y en lo húmedo.
Y contrastamos a pesar de todo, a pesar de la tristeza que nos aplasta los días dolorosamente abrasadores.
En los plomizos y densos colores mojados, crecemos.
Cuando la melancolía se apodera del planeta, somos suave luz y color.
Reflejos otoñales que respiran profundamente la densa atmósfera.
Somos vanidad y error en un planeta de cosas de luz.
Grises y pardos, ganadores ocasionales de una carrera contra la hiriente luz que todo desnuda. Que todo muestra...
No hay misterios, no hay romanticismo bajo el sol.
Soy tan vulgar bajo la potente luz...

(Masía en Ripoll, Ruta de las Fuentes).



domingo, 27 de diciembre de 2015

El tiovivo y mi sangre


Me pregunto si cuando sea viejo, mi sangre tendrá el mismo tono de los rojos del tiovivo.
Tal vez suba en uno de sus caballitos y esté tan descolorido y degradado como ellos. Tal vez ya sea parte de esos restos de vida que giran para nada.
Pobres viejos caballitos, pobre yo...


viernes, 21 de agosto de 2015

La definitiva luz


Como si fuera la luz definitiva, la luz final que se come la vida, que se derrama blanca y desintegradora por la tierra para fundir todas las cosas, todos los seres.
La luz me conforta, es inevitable ir a ella y atrás no hay, no queda nada.