Los millonarios, la gente de poder ha podido pagar su espacio, sus grandes espacios limpios y frescos.
Es una constante histórica.
En todas las épocas hay motivo de envidia y rencor por mi parte, por lo que me está vedado.
Escaleras y pasadizos.
Secretos, fantasmas y amantes.
Y la imaginación que no cesa.
Si los arcos hablaran...
Tantos ojos miraron a través de ellos.
Un caleidoscopio de secretos y muertos.
Lo bonito es que aún después de tantísimos años, se sigue usando y disfrutando.
El edificio de la vieja aduana de Puebla, está vivo.
Un bello rincón en medio de la ciudad.
La niebla lo hace todo más extraño, me da una intimidad que la luz me roba.
Hace de la vulgaridad magia y misterio.
No puede hacer daño la fantasía.