sábado, 25 de junio de 2016

Ídolos de paja



Ocurre que a veces se tiene una revelación.
Te encuentras ante algo con la luz adecuada, en el momento preciso, con la combinación de colores y perspectivas perfectas.
Y piensas que estás ante un dios, ante un ídolo; un tótem bañado de una luz esponjosa y majestuoso en su presencia.
Es fácil entender que un hombre crucificado en un monte, pueda causar esa impresión sagrada, mística. Entiendo a los crédulos sugestionables.
Son cosas que uno piensa ante la majestuosidad que sorprende en el camino, en la vida.
Y concluyes, que por muy llamativos que sean el crucificado y la bala de heno, ambos son ídolos de paja que en un momento han lucido llamativamente.
La diosa, la real, tiene unos pezones oscuros y notorios, y su vientre acaba liso con un coño majestuoso. Su cabello es del color de la paja al sol. Sus piernas están cinceladas para que la lengua suba por ellas dejando un rastro húmedo y cálido.
Esa es la única diosa que conozco, a la que me postro de rodillas ante su sagrado coño.
Ídolos de paja...
Mejor las diosas de carne y coño.



jueves, 23 de junio de 2016

La belleza invencible



Comparo tu belleza con la de las flores y pienso en lo fuerte, en lo imparable que es lo hermoso. Soportáis el sol arrasador, os crecéis, os hacéis más bellas.
Y yo me marchito con el peso de los rayos solares. Mi piel arde y mi ánimo se hace rojo sanguíneo.
Es más valiente y más fuerte la hermosura que mi tosca brutalidad.
Soy un dolor al sol que adora la invencible belleza.
No solo te amo, eres mi puta diosa.
Os admiro, bellezas al sol.


jueves, 16 de junio de 2016

Los ecos de los muertos



El hombre y sus creaciones envejecen, sucumben y el tiempo borra todo lo que fueron y lo que hicieron.
Me parece bien, de alguna forma el planeta se ha de defender de la plaga humana.
Las ruinas son la esperanzadora prueba de que la humanidad no puede luchar contra la naturaleza.
Los muertos no hablan, jamás lo hicieron ni lo harán; los restos de lo que un día construyeron son sus lejanos ecos inaudibles.

(Ripoll, zona de la ermita de Sant Bartomeu)


viernes, 27 de mayo de 2016

Impresionismo



Yo también soy un impresionista. Mi mundo, el que yo creo y su luz, es una mejora de los errores humanos y de la naturaleza.
Si me pusiera en plan teológico, estaría reparando lo que dios hizo mal.
La luz y textura que aplico al universo, oculta los desperfectos, las miserias, la vejez y la ordinariez. De tal forma, que parezca una pintura para enmarcar.
Porque sin mis correcciones puntillistas, sería más de lo mismo. Me pudro entre tanta monotonía.
Vine al mundo para hacerlo todo más interesante.
Y más decorativo.
Ni la naturaleza, ni los dioses son tan sabios como todo el mundo afirma.
Conformistas indolentes...


jueves, 26 de mayo de 2016

El caos del tiempo


Hay cosas y rostros que forman un caos de años, de vida. Los rostros no quieren vivir más cuando el tiempo rasga su piel, la agrieta y deja ver lo que fueron, lo que sufrieron.
A nadie le gusta dejar al descubierto lo que le queda dentro, lo que le han hecho a lo largo del tiempo.

Y hay casas que no quieren ser ya habitadas.
Es hipnótico ver todas esas cicatrices en  rostros y cosas.
Intentas imaginar qué han tenido que padecer.
Porque de los goces, el tiempo no deja rastro alguno.



lunes, 23 de mayo de 2016

Tiempo inhumano

No existe un lugar especial en el tiempo cuando se observa la naturaleza, no funciona con el tiempo humano. Son siempre tiempos del pasado o de un presente ajeno del que ya no formamos parte.
Tiempos que se perdieron en ambiciones y esclavitudes aceptadas con el falso paternalismo y protección de un pacto social.
Y con una instintiva melancolía hay quien evoca sin definir el origen de su tristeza, los tiempos perdidos en los que el hombre no era un mero productor.
Perdió el horizonte y se quedó en la grada de un estadio deportivo con una triste cerveza de fin de semana en la mano.


viernes, 20 de mayo de 2016

Un latido perdido



Solo la belleza devastadora de un paisaje, de las nubes acariciando las montañas, del pato volando sobre el río y la conjunción de un perfecto cromatismo, puede emular a la muerte robándome un latido del corazón.
La belleza de la naturaleza y la muerte, son igual de poderosas.
Es un buen precio perder el ritmo del corazón a cambio de admirar toda esa majestuosidad.