Hay días que por alguna razón no soporto las amenazas del planeta ni su arrogante vanidad.
Siempre descomunal y hermoso hasta la paranoia.
¿Qué le pasa?
¿No está cansado de sí mismo como yo?
Dicen que la edad da sosiego. Y una mierda. Siento pulsar la ira como el síntoma del estallido de un capilar en el cerebro, en el pensamiento mismo.
Es hartazgo.
Como si me importara vivir más tiempo para simplemente sentirme abrumado por las colosales y amenazantes bellezas que se me regalan como premio de mascota.
Estoy cansado de idiotas y sus vanidades, de subnormalidades, de la vulgaridad de lo ostentoso.
¿Por qué no puede la belleza ser amable y no echarte a la puta cara que eres un mierda?
¿Por qué el planeta no me ama como ella? Como si fuera fácil, como si no se diera cuenta de la miseria que soy, sonriéndome sencilla y rotundamente hermosa como una bailarina de cajita de música…
Sin ternura y cordialidad la belleza es amenaza y humillación.
Hoy es mi día de pasarme la espectacularidad por el culo; mira por dónde.
Esas magnitudes geológicas pretenden aplastar mi pensamiento, destruir mi imaginación para que no describa mundos mejores.
Porque los he imaginado, soñado y escrito.
El planeta es un envidioso censurando incluso, las posibilidades que pudieran ser mejores que él. Por ello, por mimetismo, los gobiernos y su gentuza son los reflejos mínimos de la maldad del planeta. Todo encaja mierdosamente.
¿Todo esa magnificencia para recordarme que la muerte ronda cerca, que soy demasiado insignificante? ¿Se trata de esto?
Tal vez esté un tanto susceptible y la agresiva beldad de lo colosal me pesa absurdamente en el ánimo por alguna química descompensada. Bien, pues me parieron así de descompensado, hay que joderse.
Un hombre primitivo cansado de tanta ostentación de poder planetario… ¿Y la sangre y el dolor derramado también es bello y espectacular? Así debían pensar en algunas ocasiones mis ancestros, aquellos que vivían bajo el cielo negro temiendo ser alimento de un depredador durante la noche.
No debería hacer eso, ya tengo bastante petulancias cada día con los idiotas que son más pequeños e imbéciles que yo.
Y más feos.
Y ahora tú el planeta también jodiendo.
Lo siento chaval; pero hoy no estoy para mierda.
Coño, siempre amenazando con ser temible, como un mierda de puto dios de tantos que hay flotando por todas partes.
Ahora soy yo el que alardea de una maravillosa y liberadora locura… Tan pequeña y tan hostil.
No está mal, me gusta.
Y ahora a fumar ya más relajado en lugar de masticar el filtro.
Iconoclasta
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