jueves, 27 de mayo de 2021

Color versus grises


La fotografía en blanco y negro es una bella metafísica de la mediocridad. Una gama de grisentería que hace de los colores más apagados un misterio y a los más radiantes roba su protagonismo y vanidad.

Tal vez el blanco y negro, además de su facilidad para revelar por cualquier aficionado en los  tiempos anteriores a la foto digital; tiene su encanto en que es una visión extraña del mundo, más simple; pero hace de las texturas las grandes actrices estelares. Lo viejo se hace atávico y a falta de color, más digno al convertir lo decrépito en antigüedad. El pelaje más intenso, más espeso, o más ralo si así se da el caso. Las plantas ostentan con orgullo de músculo las venas de clorofila en sus hojas y la cicatriz heroica de algún hongo.

El blanco y negro se centra en la intimidad. El color en la espectacularidad y la realidad sin piedad: es nuestra visión diaria.

Desafortunadamente (afortunadamente para nuestra supervivencia) no podemos ver en escala de grises.

El color crea polémica, una batalla de tonos que el cerebro humano debe descifrar debidamente. Lo gris relaja con su uniformidad y los simples claroscuros.

Ambas técnicas son la metáfora de la sociedad y su riqueza y miseria: puesto que no hay suficiente riqueza (color) para todos, es mejor repartir la pobreza (lo gris) dulcificándola con un poco de romanticismo. No puede hacer daño.

Es una mirada cínica al apasionante mundo de la fotografía, desmitifica los grises y le otorga su crudeza al color. Las cosas como son, por mucho que nos apasione el blanco y negro, es demasiada simplificación; como para perder el rumbo.

Las razones para elegir entre el color y la gris monocromía, cuadran con la humana esencia que ha formado una sociedad banal e infantilizada que solo satisface a los lelos: realidad o cuento.

Y me gusta la grisentería en la fotografía, me lleva a evadirme. Siempre digo que demasiado color me da dolor de cabeza. Bien, cuando fotografías y obtienes lo que has visto simplificado a una gama de grises, puedes pensar que has visitado un lugar extraño para variar. Todos quedamos perfectos en blanco y negro cuando no hay un color que pueda salir marchito.

Técnicamente la dificultad radica en el color, la idónea temperatura de la luz, el contraste mayor o menor de tonalidades, la sombras son más duras e insalvables, requiere más precisión y ser muy selectivo con lo que se pretende destacar.

Si dominas el color, dominas la técnica fotográfica.

El blanco y negro, requiere más la elección del sujeto: que sea interesante. Porque a la mediocridad de lo gris, no puedes añadir algo más gris todavía.

Es más relajante y da un respiro de tanta realidad pura y dura. Una pacífica y amable grisentería para todos los públicos.

El color no perdona y la sangre es sangre, como la carne abierta y la carne en descomposición, como las escleróticas vidriadas en rojo. O las uñas blanco amarillento de aferrarse con fuerza a un clavo ardiendo para salvarnos del hastío y se nos escapa de los dedos.

Todo puede tener su encanto y su canibalismo.





Iconoclasta

Foto de Iconoclasta.

miércoles, 11 de enero de 2017

Lo invencible

Tanto tiempo soportando la presión del bosque, el invierno cruel, el sol incinerador...
El consuelo a toda esa lucha es que no piensan y no sienten las piedras.
Sería aterrador ser consciente de tanta lucha, de tanto tiempo viviendo para absolutamente nada.
Tal vez sea ese el secreto de la vida:  fuerza y firmeza: no sentir pase lo que pase.
Ser invencible tiene un precio.
Es absurdo.
Y sin embargo, ser piedra se hace tentador.


sábado, 22 de octubre de 2016

Acumulación rural


Los humanos acumulan lo que sea, cuanto más espacio, más guardan caóticamente cosas que no usarán nunca. En la ciudad o en el campo, el instinto básico de acaparar es una tacha más en la poca eficiencia del cerebro humano.
Aún así, todo ese desconcierto de maderas, me gusta. Huelen bien.
Nada es perfecto.
¿Y quién quiere perfección? Tal vez, no tenemos suficiente vida para ser perfectos y las maderas se acumulan generación tras generación.


domingo, 3 de julio de 2016

Grises y pardos


Existimos cosas y seres que somos de lluvia, por alguna razón el gris nos sienta bien, nos vemos bien en lo oscuro y en lo húmedo.
Y contrastamos a pesar de todo, a pesar de la tristeza que nos aplasta los días dolorosamente abrasadores.
En los plomizos y densos colores mojados, crecemos.
Cuando la melancolía se apodera del planeta, somos suave luz y color.
Reflejos otoñales que respiran profundamente la densa atmósfera.
Somos vanidad y error en un planeta de cosas de luz.
Grises y pardos, ganadores ocasionales de una carrera contra la hiriente luz que todo desnuda. Que todo muestra...
No hay misterios, no hay romanticismo bajo el sol.
Soy tan vulgar bajo la potente luz...

(Masía en Ripoll, Ruta de las Fuentes).



sábado, 2 de julio de 2016

Compañía en el camino


A veces se tiene el privilegio de compartir el camino con otros seres. Aunque a algún animal no le guste mucho.
O puede que simplemente sienta curiosidad científica por mí.
Me da igual, también es mi planeta, puede mirar cuanto quiera.
No retrocedo, no me gusta, no quiero.
No me da la gana.
Y por otro lado, me encanta su caminar tranquilo.
Hay días que vale la pena vivir.


sábado, 25 de junio de 2016

Ídolos de paja



Ocurre que a veces se tiene una revelación.
Te encuentras ante algo con la luz adecuada, en el momento preciso, con la combinación de colores y perspectivas perfectas.
Y piensas que estás ante un dios, ante un ídolo; un tótem bañado de una luz esponjosa y majestuoso en su presencia.
Es fácil entender que un hombre crucificado en un monte, pueda causar esa impresión sagrada, mística. Entiendo a los crédulos sugestionables.
Son cosas que uno piensa ante la majestuosidad que sorprende en el camino, en la vida.
Y concluyes, que por muy llamativos que sean el crucificado y la bala de heno, ambos son ídolos de paja que en un momento han lucido llamativamente.
La diosa, la real, tiene unos pezones oscuros y notorios, y su vientre acaba liso con un coño majestuoso. Su cabello es del color de la paja al sol. Sus piernas están cinceladas para que la lengua suba por ellas dejando un rastro húmedo y cálido.
Esa es la única diosa que conozco, a la que me postro de rodillas ante su sagrado coño.
Ídolos de paja...
Mejor las diosas de carne y coño.



jueves, 23 de junio de 2016

La belleza invencible



Comparo tu belleza con la de las flores y pienso en lo fuerte, en lo imparable que es lo hermoso. Soportáis el sol arrasador, os crecéis, os hacéis más bellas.
Y yo me marchito con el peso de los rayos solares. Mi piel arde y mi ánimo se hace rojo sanguíneo.
Es más valiente y más fuerte la hermosura que mi tosca brutalidad.
Soy un dolor al sol que adora la invencible belleza.
No solo te amo, eres mi puta diosa.
Os admiro, bellezas al sol.